lunes, 15 de octubre de 2007

No hay mal que por bien no venga


Hace poco mis compañeras y yo decidimos ir a comer juntas al puerto deportivo de Getxo, con tan mala suerte que se nos pasó la hora y no llegamos a tiempo a clase. Así que no nos quedó más remedio que ir hacia la cafetería para esperar a la siguiente hora.

De camino vi ante mis ojos algo brillando con el sol y llamándome a gritos. Era un billete de 50 euros tirado en el suelo. Me agaché para recogerlo con tanta rapidez que mis compañeras me miraron como si estuviese loca, hasta que descubrieron el por qué de mi euforia. Una vez lo tuve en mis manos, me di cuenta de que lo que parecía un billete, terminaron siendo cuatro. Una suma de 200 euros.


Por un momento se nos pasó por la cabeza entregárselo al conserje. Aunque al instante nos dimos cuenta de que el dinero no tiene dueño, ni identificación alguna. Así que nos lo repartimos como buenas compañeras, y finalmente fuimos durante un fin de semana, un poquito más ricas.

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