martes, 30 de octubre de 2007

¡Peligro, estamos rodando!



La grabación del re-make de un anuncio de Devota & Lomba, fue un día que nunca olvidaremos. Necesitamos más de ocho horas de filmación para treinta segundos útiles.

Nos juntamos para llevar cada uno una maleta con ropa, maquillaje, espejos, secadores… que después pusimos en común. Aquello parecía un mercadillo. No tardamos mucho en montar la primera escena, el backstage de un desfile. Poco a poco fuimos grabando las demás. Las últimas se rodaban en un parking; lo haríamos en el de la universidad. Al preparar todo nos dimos cuenta del peligro que corríamos de ser atropellados, así que montamos un dispositivo de seguridad. Cogimos las vallas de las obras, nos cercamos y pusimos un cartel: “Peligro, estamos rodando”, que tuvimos que pegar con un chicle. Todos los conductores que pasaban frenaban, se paraban a leerlo y después se marchaban riéndose.

Nunca hemos trabajado y reido tanto la vez. Hicimos un gran trabajo en equipo, nos divertimos más que nunca y logramos salir ilesos.

Los de la pancarta




Comenzábamos el curso cuando conocimos a un profesor que resultó ser uno de los que nosotras cariñosamente llamamos “los de la pancarta”. El primer día entró en clase, se quitó la chaqueta, se colgó un cartel en el que ponía: “irakasle kaleratuen alde, elkartasuna”; y ante la mirada atónita de todos, se presentó. Al poco nos explicó que eran un grupo de profesores despedidos, que llevaban quince años manifestándose en la puerta de la facultad con una pancarta. Y no pasó un sólo día en el que no diera clase sin llevar su característico trozo de cartón encima.


Hace unos días, nos lo encontramos en la universidad y nos demostró que lo que inculcaba en clase era cierto: "La comunicación es la clave para alcanzar cualquier acuerdo, y siempre es posible llegar a un consenso aunque las diferencias parezcan insalvables".

lunes, 29 de octubre de 2007

Examen sorpresa de actualidad. ¡Subid ya!


Ver como la oportunidad que tanto esperabas pasa por delante de ti es algo que a todos nos ha pasado alguna vez. Estar en el momento y lugar adecuados para cogerla es otra cuestión.

“Como tantas otras veces, subes pronto a la universidad para hacer un trabajo; te espera un día largo. Pasan las horas y no has parado de trabajar, así que decides irte con tu compañera a la playa para pasear al perro. De repente suena el móvil, “Examen sorpresa de actualidad, ¡subid ya! :-o”. Tratas de llegar cuanto antes a la universidad, pero piensas, ¡el perro! Así que lo llevas a casa y subes a la universidad, pero la clase ya ha empezado hace media hora y no sabes qué hacer.

Al final, parece que la única solución es quedarte sentada en el coche viendo como tus compañeros hacen el examen. Mientras, tú te arrepientes del punto que acabas de perder, y sigues escondida debajo del parasol, roja como un tomate, llena de arena y sin ninguna excusa creíble que justifique la tardanza.”

El sociólogo


Hola chicas, ¿puedo haceros una encuesta? - preguntó una voz. Las tres nos giramos justo en el momento en el que un completo desconocido se sentaba en nuestra mesa y se encendía un cigarro. Desconocertadas aceptamos. Tras quince minutos me encontraba realizándome a mí misma el test, mientras el encuestador se dedicaba a fumar y a aburrir a mis amigas en la cafetería. Terminé el cuestionario lo más rápido que pude, se lo entregué y conseguimos que se marchara. Nos estuvimos riendo de aquello toda la tarde. Menudo chico más raro, pensamos.



Dos días más tarde comienzo a recibir mensajes con chistes sin ningún tipo de gracia en mi móvil. Sí, era el encuestador que había cogido mi número del cuestionario y se dedicaba a pedirme citas. El colmo de la profesionalidad, nos presiona para hacer la encuesta, ni nos la lee, ¡y encima usa el número para ligar! No nos lo podíamos creer, era mucho más raro de lo que habíamos pensado. Desde entonces no respondemos a ninguna encuesta.

Fiesta pijama


Cuando llegas por primera vez alos laboratorios de la radio, te esperas nuevas tecnologías que te permitan hacer un buen trabajo y rápido. Sin embargo, las cosas nunca son tal y como las esperas, lo cual implica dedicar más horas de las que corresponden. Y ya se sabe que el roce hace el cariño.
Poco a poco nuestra relación con aquella sala terminó siendo más especial de lo que creíamos, dándonos momentos divertidos que nunca olvidaremos. La anécdota más original comenzó con una apuesta: ¿Quién se atrevería a ir a clase en pijama? El plan consistía en llevarlo en la mochila y cambiarnos dentro de la sala, para sentirnos como en casa, ya que para nosotras así era.
El desenlace, seis chicas con sus respectivos pijamas intentando grabar, y muchos compañeros sorprendidos por su atrevimiento. Ver la cara que se le quedó a nuestro profesor, no tuvo precio.

lunes, 22 de octubre de 2007

¿Dónde está mi examen?


A veces la tecnología nos juega malas pasadas en ocasiones importantes: memorias llenas, ordenadores bloqueados, impresoras colapsadas,...


A primera vista los ordenadores de la universidad parecen funcionar a la perfección. Pero cuando llega el día del examen te das cuenta de que las apariencias engañan. Justo cuando vas a entregar al profesor tu obra de arte, el ordenador se bloquea y la impresora se colapsa porque todos deciden imprimir a la vez. El profesor te amenaza diciendo que en quince minutos cortará la electricidad. Y tú sigues ahí, viendo cómo la impresora escupe exámenes y esperando que el próximo sea el tuyo. Pero no lo es, el tiempo pasa y al final, las luces se apagan, la impresora deja de funcionar, y tú te marchas, siendo consciente de que la semana que viene tendrás que luchar de nuevo contra la misma impresora.

Creo que necesito un mapa


Al comenzar el curso ningún profesor se olvida de comentar los horarios de las tutorías y su número de despacho, con la esperanza de que los alumnos acudan. Pero al finalizar el cuatrimestre, todos se quejan de lo poco que se utiliza este recurso. Quizá esta pueda ser una buena explicación:

Decides ir a una tutoría utilizando ese pequeño descanso que tienes, corres hacia la otra facultad y subes al último piso que es donde están situados los despachos. Te pones a buscar la puerta que se corresponda con el número que tienes apuntado en ese pequeño trozo de papel. Pero es imposible, no lo encuentras por ningún lado. Por ello, bajas a la entrada para ver si alguien te puede explicar dónde está. Pero no encuentras al vedel, que es el único que se aclara. Así que decides volver a subir a ver si esta vez hay un poco más de suerte. Aunque pronto te das cuenta de que esos diez minutos que tenías libres ya han pasado hace mucho y tú sigues sin encontrar el dichoso despacho.

Y piensas... ¡otra vez será!

Cada loco con su tema


A lo largo de nuestra estancia en la universidad nos vamos acostumbrando a las manías de los diferentes profesores, pensando que ya no queda nada que pueda asombrarnos. Pero siempre hay quien supera al anterior exigiéndonos cosas nada razonables y difícilmente explicables.


Concretamente, este primer cuatrimestre hemos tenido el placer de conocer a un profesor que llega hasta límites insospechados. No sólo nos ha exigido asistencia obligatoria, siendo ésta voluntaria en la universidad, sino que además en caso de falta deberemos presentar un justificante y realizar un trabajo. Llega hasta tal punto la desconfianza de este profesor hacia sus alumnos que en caso de fallecimiento tenemos que entregar una copia de la partida de defunción; ya que según él todos nos hemos excusado para faltar a clase alguna vez.


¡Menos mal que no nos imparte ética profesional!

lunes, 15 de octubre de 2007

El primer día de clase


El primer día de clase llega tras el mejor verano de tu vida. Los reencuentros, las bromas, los nuevos... lo convierten en el día más caótico por autonomasia. Aunque con los años se deja de vivir con tanta intensidad y se convierte en algo rutinario, siempre hay excepciones.


"Esperaba un día tranquilo ya que es mi segundo año y creía tenerlo todo controlado. Presentaciones de quince minutos y después a la cafetería hasta la siguiente clase. En cambio, me he pasado toda la tarde dando vueltas: de conserjería a secretaría, de ahí a automatrículas, vuelta a conserjería... Para al final, descubrir que las clases y los grupos ya no son los que eran y que necesitas estar matriculado para tener uno. Así que muy feliz me voy, tres horas más tarde a casa, sin clase, sin grupo y sin nada que hacer hasta que dentro de tres días me matricule. ¡Con lo fácil que hubiera sido que las clases empezaran cuando estuviéramos todos matriculados!"

La red wifi


La universidad, dotada de la última tecnología, pone a disposición de todos sus alumnos una red wifi gratuita que cubre el campus para garantizar nuestro acceso a internet. Pero, ¿qué ocurre cuando tratas de utilizarla?


El primer paso es dirigirte a la sección de alumnos, aunque para saberlo necesitarás preguntar, al menos, a media facultad. Allí te explicarán que si quieres conectarte sólo hoy te pueden facilitar un papel. Pero si quieres conectarte como alumno tienes la información en la página web, y ellos no pueden ayudarte. Decidirás pedir el papel para hoy, ya que es la única opción posible en ese momento. Cuando llegues a la cafetería, encenderás tu portátil y descubrirás que ese papel no funciona. Finalmente, irás a casa y buscarás desesperada la información para la red wifi.


Este es un proceso por el que pasamos la mayoría de estudiantes pero no todos con la misma suerte. Nosotras todavía seguimos sin encontrar la información en la web. Aunque hay alumnos que aseguran que un día, de repente, lograron conectarse y desde entonces disfrutan felices de su wifi.



Mucha suerte a todos.

No hay mal que por bien no venga


Hace poco mis compañeras y yo decidimos ir a comer juntas al puerto deportivo de Getxo, con tan mala suerte que se nos pasó la hora y no llegamos a tiempo a clase. Así que no nos quedó más remedio que ir hacia la cafetería para esperar a la siguiente hora.

De camino vi ante mis ojos algo brillando con el sol y llamándome a gritos. Era un billete de 50 euros tirado en el suelo. Me agaché para recogerlo con tanta rapidez que mis compañeras me miraron como si estuviese loca, hasta que descubrieron el por qué de mi euforia. Una vez lo tuve en mis manos, me di cuenta de que lo que parecía un billete, terminaron siendo cuatro. Una suma de 200 euros.


Por un momento se nos pasó por la cabeza entregárselo al conserje. Aunque al instante nos dimos cuenta de que el dinero no tiene dueño, ni identificación alguna. Así que nos lo repartimos como buenas compañeras, y finalmente fuimos durante un fin de semana, un poquito más ricas.

lunes, 8 de octubre de 2007

Presentación


El primer contacto con la universidad es, para casi todo el mundo, selectividad. Un día muy caótico, en el que el estrés y los nervios son tus mejores amigos. Pero pronto descubres que tan sólo ha sido una pequeña demostración de lo caótica que puede llegar a ser tu vida desde ese momento en adelante.

Sobre ello escribiremos en este blog; sobre las pequeñas cosas que hacen de estas cuatro paredes un lugar emocionante en el que nunca sabes lo que te va a pasar.

¿Te parece que el vídeo sobre la UPV refleja la realidad?